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Mostrando las entradas con la etiqueta Sonya

Al norte

 Te quiero escribir como si fuera el último día de la tierra, con el ímpetu que construía mi estructura, con la algarabía que nunca tuve a mi alcance. Cómo deseo que una coincidencia tan pequeña como un grano de arena en el universo sea tan basta en su interior para que nuestra historia viva ahí. Por las noches me pongo nostálgico, si; pero también acaricio la esperanza.

Godspeed

¿Querías que escribiera? ¿Querías mis letras no? Mis aberraciones nocturnas, mis insatisfechos deseos, la razón tras cada una de mis miradas desoladas. No es que pretendiera que el tiempo se detuviera por mi, no lo ha hecho en el pasado, no lo hará en el futuro; esperaba en cambio ser suplantado por un Adonis, por amante mejor que Sade, por el Barón Munchausen, por Cyrano de Bergerarc, por Batman, nunca por la puta realidad, nunca por esa perra mal-nacida en el seno de la soledad, promiscua insensible que se cuela por las grietas que quedan al construir un castillo en las nubes, no es el mejor material para construir, ni los naipes tampoco, pero no todo puede ser hecho de Lego. Brindemos por esa normopatía, la olfateaba viniendo a rastras, escondida, siempre traicionando mis mejores historias, sobretodo las que pintan para leyendas. Pero no tengas zozobra, no voy a morir, no voy a arrojarme de un puente, cuando mucho a es

Adicto

Al principio fuiste una atracción, sin nombre, sin voz, sin consecuencias. Entonces fuiste un placer, uno que se respira, uno que se escucha, uno al que se atenta, uno en el que se cree, uno que te hace cambiar, uno que te hace reír, uno que te da el sagrado derecho de soñar. Te convertiste en parte de mi, escondida en cada letra, escondida haciendo coro en cada canción, escondida en cada verso, escondida en cada calle, escondida entre mi tiempo y el tiempo del mundo, escondida para todos, menos para mi. Una adicción entonces, mi propia marca de cocaína, mi propia jeringa de heroína, mis alucinaciones, mis placeres ocultos, mis delirios, mi sentimiento de ser invencible, mis superpoderes para parar al tiempo, mi soberbia para pensar que nada cambiaría, que siempre serías mía, mi desdén por mi mismo. Mi perdición, más peligrosa que la heroína, más parecida al krokodil, tan destrozado por dentro que no me reconozco en el espejo, con la piel tan sensible que se me cae en días nublados, mi