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Mostrando las entradas con la etiqueta filosofia

El Hombre de Paja

El Hombre de Paja No malinterpretaras o exageraras el argumento de una persona para debilitar su postura.   No soy un loco más, no soy por ningún motivo una molestia que denominaste pasajera; no soy tu príncipe, no soy tu rey y no cometas el error de pensar que después de tantas lunas soy una buena persona, honorable, sí; definitorio, absolutamente.   Los hombres buenos no tienen reglas, no las necesitan, su actuar es tan sencillo y correcto para el universo que pueden prescindir de ellas; esperemos que no llegue el día en el que tengas que saber porque yo poseo tantas y me resisto tanto a romperlas.   Si lo analizas, el hecho de vivir en tu olvido, de ser un recuerdo amargo no es razón alguna para estarlo y serlo.   A veces quisiera ir a la boca del infierno, al abismo más profundo, quisiera pelear, pero mis manos están rotas de tanto hacerlo, quisiera arrojarte al olvido por siempre, pero ese no sería yo, ese sería o

Tu puedes ser mi suerte

Podría sostenerte, puedo mostrarte lo que quieras ver, y llevarte a donde quieras estar. Tu puedes ser mi suerte, aunque el cielo se caiga a pedazos, sé que estaremos bien. Podría hacerte el desayuno, sé que siempre habrá un nuevo amanecer contigo, lo quiera o no el mundo, podemos estar juntos. Tu puedes ser mi suerte, aunque un huracán nos lleve a Oz, buscaremos el camino amarillo y estaremos bien. Podríamos llamarlo amor, comer pizza hasta aburrirnos, reírnos hasta que nos duela la panza, y navegar con la marea a cada tierra misteriosa que nos llame, yo seguiré de pie junto a ti. Tu puedes ser mi suerte, aunque un ejercito de orcas nos acorrale en un abismo, aunque todos sean zombies persiguiendo tus sesos, aunque los ángeles se revelen y quieran acabar con los humanos, y si los polos se derriten, y si se agujera la capa de ozono, y si vienen los aliens, sé que estaremos bien. Tu puedes ser mi suerte, podemos ser ladrones internacionales de joyas, saqueadores de tumbas, piratas, vamp

Ese lugar...

¿Recuerdas ese lugar? Ese que te conté, ese que te narré al oido cuando nadie nos veía, ese que te regale con una rosa de papel, con mi cara de asustado, con tus ojos siendo el faro de mi obscuridad. ¿Ya no lo recuerdas? Déjame refrescar tu memoria: tu serías Reina, yo tu Héroe por siempre, sin renglones torcidos, sin extravíos, sin perder el rumbo. En las fronteras del horizonte, junto a las colinas de gomitas, justo cerca de pilfur, lejos de los respectivos dragones que asolan la realidad en estos días. Un lugar descubierto en las aventuras temerarias por tu piel, en el cuento llamado “El Naufrago de tus Piernas” mapeado por Marco Polo, catalogado por Humboldt, diseñado por Leonardo. Donde nadie nos vencería, donde la única moneda de cambio entre tu y yo serían besos, donde el viento sólo existe para acariciar tu pelo, donde tu aliento puede impulsar el navio de mi vida, donde te haga caldo de pollo cuando tengas gripa, donde te diga “hey te puedo ayudar?” donde una noche de frio sea

Pancracio

Pancracio se desparrama por su sillón, levanta una oreja tratando de entender el ruido que hago, abre un ojo, prefiere hacer otra cosa, abre los dos y observa lo que ningún humano puede ver, se levanta y automáticamente se vuelve majestuoso, mira a la ventana con desdeño como si los rayos del sol no fueran tributo suficiente para merecer su atención. Lo veo a los ojos, me devuelve la mirada y estoy totalmente seguro que él sabe mucho más del universo, que yo, que Stephen Hawking, que la NASA; luego con su lengua limpia su mano y talla sus ojos; no me lo dirá, no me dirá nada, ni un maullido de verdad universal. Baja al suelo, se regodea, prueba sus músculos, camina evocando a sus primos superiores, como un león, come algo, bebe agua chapoteando. Retorna con ese mismo aire de felino místico, toma altura como si lo jalaran hilos mágicos jalados por hadas, con añeja gracia, con perfección animal, me lanza una mirada más, me presume cuanto sabe del todo, camina sobre sus huellas y se