Al principio fuiste una atracción,
sin nombre,
sin voz,
sin consecuencias.
Entonces fuiste un placer,
uno que se respira,
uno que se escucha,
uno al que se atenta,
uno en el que se cree,
uno que te hace cambiar,
uno que te hace reír,
uno que te da el sagrado derecho de soñar.
Te convertiste en parte de mi,
escondida en cada letra,
escondida haciendo coro en cada canción,
escondida en cada verso,
escondida en cada calle,
escondida entre mi tiempo y el tiempo del mundo,
escondida para todos, menos para mi.
Una adicción entonces,
mi propia marca de cocaína,
mi propia jeringa de heroína,
mis alucinaciones,
mis placeres ocultos,
mis delirios,
mi sentimiento de ser invencible,
mis superpoderes para parar al tiempo,
mi soberbia para pensar que nada cambiaría, que siempre serías mía,
mi desdén por mi mismo.
Mi perdición,
más peligrosa que la heroína,
más parecida al krokodil,
tan destrozado por dentro que no me reconozco en el espejo,
con la piel tan sensible que se me cae en días nublados,
mis venas tan desechas de la tinta desesperada con la que te diseñaba versos,
la arquitectura de mi ser está corrupta y no soy capaz de reinventarme de nuevo,
se perdió mi reloj,
se perdió mi brújula,
se oxido la espada con la que clame justicia,
extravie el coraje con el que vencí dragones,
la inspiración con la que cruce los mares y las tierras que llamaba fronteras.
He sido la presa de mis propias creaciones,
soy la consecuencia de mis ideales,
soy la leyenda de mi historia,
los renglones torcidos de mis propias reglas,
las cenizas de ese fuego que devastaba todo a su paso,
que calentaba mis viceras,
que me daba sentido y valor.
No sé bien que esperar,
no sé que queda,
ni cuanto queda
y sin embargo
sigo siendo,
seré para todos fines,
el Héroe que te amo.
sin nombre,
sin voz,
sin consecuencias.
Entonces fuiste un placer,
uno que se respira,
uno que se escucha,
uno al que se atenta,
uno en el que se cree,
uno que te hace cambiar,
uno que te hace reír,
uno que te da el sagrado derecho de soñar.
Te convertiste en parte de mi,
escondida en cada letra,
escondida haciendo coro en cada canción,
escondida en cada verso,
escondida en cada calle,
escondida entre mi tiempo y el tiempo del mundo,
escondida para todos, menos para mi.
Una adicción entonces,
mi propia marca de cocaína,
mi propia jeringa de heroína,
mis alucinaciones,
mis placeres ocultos,
mis delirios,
mi sentimiento de ser invencible,
mis superpoderes para parar al tiempo,
mi soberbia para pensar que nada cambiaría, que siempre serías mía,
mi desdén por mi mismo.
Mi perdición,
más peligrosa que la heroína,
más parecida al krokodil,
tan destrozado por dentro que no me reconozco en el espejo,
con la piel tan sensible que se me cae en días nublados,
mis venas tan desechas de la tinta desesperada con la que te diseñaba versos,
la arquitectura de mi ser está corrupta y no soy capaz de reinventarme de nuevo,
se perdió mi reloj,
se perdió mi brújula,
se oxido la espada con la que clame justicia,
extravie el coraje con el que vencí dragones,
la inspiración con la que cruce los mares y las tierras que llamaba fronteras.
He sido la presa de mis propias creaciones,
soy la consecuencia de mis ideales,
soy la leyenda de mi historia,
los renglones torcidos de mis propias reglas,
las cenizas de ese fuego que devastaba todo a su paso,
que calentaba mis viceras,
que me daba sentido y valor.
No sé bien que esperar,
no sé que queda,
ni cuanto queda
y sin embargo
sigo siendo,
seré para todos fines,
el Héroe que te amo.