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Los Raros

Este es un texto especial, tiene algunos años que lo escribí, pero me mueve muchas cosas cada vez que lo leo. En fin, se aceptan comentarios.

Los Raros

No me voy a olvidar de cómo me hablaron la primera vez de Decroly, “Hay una escuela en Zamora donde dicen que los niños son medio extraños”

No me voy a olvidar que años después una amiga de mi mamá le dijo que hay en Zamora había una escuela bien rara donde salían niños bien Raros, acto seguido mi madre le dijo que su hijo asistía a esa renombrada institución.


No me voy a olvidar de Quinto, no solamente porque teníamos el salón más deseado de toda la escuela con una gran terraza sólo para nosotros, ni porque repetimos con Mauricio un Coordinador que ya era un viejo amigo para entonces, nuestro propio Indiana Jones como yo le decía. No, lo que no voy a olvidar es un día que me presentaron a un Coordinador, se llamaba Alain Kerriou y es que era? ¿Cómo decirlo? Raro. No se parecía a nadie que conociera, vestía de jeans, una chamarra de mezclilla mugrosa, el pelo desordenado, arracada y su palabra más dicha era “locochón” . Quizá circunscribiéndome a las enseñanzas moralinas ni le hubiera hablado, pero era un Coordinador.

No me voy a olvidar de aquel día. Total que un día el y la tercera hicieron un evento, debió ser un viernes o sábado en la noche, fue un Performance y yo nunca había visto uno, entonces el Coordinador Raro conquisto mis sueños y atención, mezclo escenas que aún hoy no alcanzó a entender el todo, con luces, sonido, y una estrafalaria mezcla de cosas que se quedaron tatuadas en mi mente para siempre, Hugo Heredía caminando en una llanta de tractor que había donado algún padre, una especie de negativo de película, en fin un montón de cosas raras.

No me voy a olvidar que en Sexto Alain fue mi coordinador y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos haciendo un Performance y unas Instalaciones, la mía se instalo en un baño y contaba con un tiburón en la taza del baño, algo Raro, de verdad.

Pero lo que si no solamente no voy a olvidar, sino que no voy a dejar es Séptimo, porque yo estaba en el Taller de Alain, así se llamaba nada más. Y es que su taller era bien Raro, hacíamos de todo, desde Instalaciones y Performance hasta lectura de Poesía, visitas al Museo, Cine, Música, Luz, Sonido, Pintura, Magia, Pirotecnia, Teatro, Fotografía, etc, etc, etc.

Lo que también no olvido es que yo no era lo que soy, era mucho más un niño callado y metido en mil mundos que nadaban en mi cabeza, me daba un miedo terrible cuando Alain me aventaba al ruedo a hacer algo Raro, me daba terror en verdad, pero un día me puso el megáfono en mis manos y me animo a anunciar una Instalación que habíamos hecho, el carro de Ada Hilda envuelto para regalo en una clase de protesta ecológica no convencional, medio rara. Ese día de verdad que me dio miedo, pero acabe por hacerlo, no fue quizá la mejor de mis intervenciones públicas, pero jamás, jamás me volvió a incomodar hablar en público, muy por el contrario termino por gustarme, siempre he pensado que ese día cambie la Computación fría y técnica por la Comunicación, por la necesidad de expresarme, sin ese día yo no estaría aquí.

Nunca en la vida voy a olvidar que con Alain montamos Ambar, que el mismísimo Hugo Hiriart estrecho mi mano cuando nos felicitaba por la puesta en escena y es que éramos unos chamacos, acababa de cumplir 13 años.

No me voy a olvidar de que Séptimo fue mi último año en Decroly, que mis siguientes dos años de secundaria estuvieron muy lejos de lo Raro, se convirtieron en normó patas, monótonos y estrictos, hasta que había que realizar algún trabajo diferente, en el cual el pequeño Alain que tengo en la cabeza tomaba las riendas y lograba algo tan Raro y alucinado que no solamente sorprendía, espantaba y ganaba aplausos, sino que me hacía sentir bien.


No se me va a olvidar que en la Universidad estudiando Comunicación cada cosa y segundo que pase con Alain me ayudo a salir adelante y a sobresalir. Cuando hice mi primer Performance solito, la gente me preguntaba que donde había aprendido a hacer todo eso y yo les contestaba “Mi mentor es el culpable, un maestro (Coordinador no es un termino usado en el mundo exterior) de la secundaria”. Nadie te cree cuando les dices que aprendiste todo eso en tu educación básica, también es que nadie estuvo en Decroly.

Así que entendí que cuando crecí cada vez fui más devoto a ser como Alain, a ser Raro ¿Pero cómo le hace uno para ser Raro? Es más ¿Qué es ser Raro? Después de ir a terapia algunos años acabe por contestarme que Raro significaba simplemente ver al mundo con una perspectiva diferente, los Raros tenemos una aplastante necesidad de expresión y cuando por fin lo hacemos regularmente sorprendemos o por lo menos le damos una visión diferente a todos de lo que es el mundo. No es fácil ser Raro, regularmente vivimos en un mundo “Normal” donde nuestra visión se estrella a cada momento con lo demás, donde la gente no siempre tiene la paciencia o la capacidad de entendernos, es un también un proceso para coexistir con mundo de manera diferente. Entonces pensé: “Para ser Raro, tengo que esforzarme”. Así fui medio darketo, un poco punk, nerd, anarquista y algunas otras cosas peores que no voy a mencionar. No llegue a ningún lado por supuesto pero cuando empecé a ser yo, simplemente yo paso algo gracioso.

No se me va a olvidar que yo quería a esa niña, era mi novia y me iba a mandar a Pilfur en los siguientes 45 segundos y como por ahí del 35 me dijo “es que no te entiendo, eres muy Raro” los siguientes 10 segundos fueron de los más felices de mi vida, casi la agarro a besos, fue más erótico que un disfraz de enfermera o de colegiala japonesa. Me convertí en Raro y ni cuenta me di, ahora lo tomo con más calma y orgullo. Hay juguetes en mi escritorio de trabajo, me dedico a hacer lo que me gusta y me llena, hago cosas que regularmente nadie más hace y que además asombran y se venden bien. Camino por Orizaba y me detengo a ver el arcoiris de la fuente y suelo pensar que Alain ha de andar por ahí tomándole una foto a algo Raro o pensando en algún espectáculo alucinado. Mi familia me dice que soy Raro. Es decir, soy Raro y qué?

Hoy, no pasa un día sin que recuerde a Alain, no pasa un trabajo sin que lo reviva en mi mente, sin que este ahí para decirme que siga adelante, que estoy haciendo cosas raras. Y toda esta vuelta autobiográfica de mi vida es porque en Decroly nos atrae naturalmente a los Raros a los que ya son y a los que van a ser, a los que tenemos que ser diferentes y acabo por entender que a veces estás tan cerca de los niños y sus sueños que sin quererlo, los marcas, a manera de vicio, a manera de héroe, a manera de hábito, a manera de villano. Decroly nos deja estar con ellos en el viaje y no podemos evitar que aprendan algo de nosotros, aunque no siempre sea lo que nosotros deseamos. Hay como rastros que les dejamos a los decroniños para que nos sigan y que en su momento elijan quien quieren ser el resto de su vida; desde como vestimos hasta como hablamos, desde que vemos en la TV hasta que libro traemos en la mano, desde como los reprendemos hasta como los hacemos reír; los estamos marcando de algún modo, de algún modo es una carga, es una gran responsabilidad, pero también es algo hermoso.

Ahora voy a esperar unos años a ver cuantas versiones de Karimme andan por ahí sueltas dándole nuevos sentidos al mundo; a ver cuantos Juan Manuel andan creando mundos de letras alegóricas y quimerescas; a ver cuantos Juan Cristóbal se vuelven hombres de ciencia hechos y derechos y en una de esas salvan al mundo del Efecto Invernadero; a ver cuantas niñas se hacen Marina y son teatreras, duras y tiernas a la vez. E igual algún día regresan a casa, como lo hice yo para devolver un poquito de eso que nos hizo Raros, diferentes y diversos en el mundo y ellos escribirán otras historias.

Epilogo
Si no me gustará como suena Raro cuando me lo dicen, preferiría que me dijeran Diferente aunque me sonaría Raro.

Rodrigo Díaz

PD para los padres de los Niños Raros

A veces los Niños Raros somos Raros, difíciles de sobrellevar, a veces se necesita más que un poco de paciencia con nosotros. Puede parecer que nada nos importa, puede parecer que no somos buenos en matemáticas o español, pero un día todo se convierte en parte de lo que somos y esa pasión por los juguetes, o las caricaturas, o cosas que nadie más entiende se convierten en nuestra manera de escribir nuevas historias en el mundo.

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