Ad hominem
No atacarás a la persona, sino al argumento
Tengo tantas promesas rotas pesando sobre mi,
y no puedo deshacerme de una sola,
no puedo atentar a dejarlas de llevar en mi.
No he perdido por ser quien soy,
por el contrario, fui estoico e inexorable,
más allá de toda duda
más allá de toda razón,
nunca en mi historia podrán decir
que ceje en mis intenciones,
en mi Código,
un Código de hombres muertos,
de leyendas desoladas,
de héroes acaecidos,
de aquellos cambiaron el mundo
porque era lo correcto por hacer
y no espero un destino distinto,
por el contrario, espero merecerlo
algún día.
No me dejaste de amar
porque yo fuera diferente,
me dejaste de amar porque
muy a mi pesar
deje de ser necesario en tú vida
el día que te rescate de lo que fuiste
y los héroes solo existimos al ser necesarios,
esa mentecata necesidad nos da nuestra razón,
nuestro pilar,
nuestro sentido;
eres la paradoja más triste de mi vida,
a la que le llorare cada ocaso en silencio,
la batalla que le dio sentido a mi vida,
la guerra que no podía ganar
siendo yo.
No puedes maldecirme,
te está prohibido y está escrito en piedra,
puedes olvidarme,
incluso puedes negarme,
puedes convertirme en una historia banal y ligera,
pero no está en tu potestad maldecir mi camino,
ni mi lucha,
ni mi devoción por ti.
Ninguno de esos actuares profanos
pueden existir mientras que yo
siga siendo yo.