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Milagros




Impío,
retorcido,
pervertido
pérfido,
penitenciario,
ecléctico;
ponderando las ideas,
haciendo borrones en las notas del destino,
me sobran las razones,
un poco de café amargo,
un cursor parpadeando,
uno y mil fetishes retorcidos que guardo como ases bajo mi capa,
mi mente está fugada de planta en el infinito,
no vale ni la pena reclamarla a la cordura.
¡Carajo si yo cazaba estrellas en noches como está!
¿Acaso no arrancaba suspiros a punta de rimas?
No deje una tarde del Otoño sin conquistar,
ni una sonrisa que no pudiera robar.

He decidido sentarme en el escritorio de nuevo,
reemprender la crónica,
explorar las posibilidades infinitas,
y para variar dejaré de huir,
básicamente porque 365 días después,
con una pequeña haciendo un caos del caos de mi escritorio
escribo como se llama el primer capitulo,
de estos días de sol y promesas gigantes,
tres letras: Z O E.
Y es que es tan perfecta,
sus manitas perfectas,
sus ojos penetrantes
su sonrisa que derrumbaría los muros de Jericho,
y esa mirada que me dice: eres mi héroe sin importar que tan estúpido, defectuoso y humano seas.
Aplaudo sus pasitos verdes por mi espacio,
cuando persigue a Pancracio a toda velocidad de 4 patas a 4 patas,
y no la estrangulé por arrancarle una tecla a mi laptop
y si es su gusto que mi celular sea su chupadera favorita, pues bueno, ya que.

Aún me quedan dos o tres trucos bajo la manga,
aún tengo la fuerza para levantarme un día más y respingar por todo lo que está mal y que aunque no entiendo del todo sé que esta mal,
soy un Héroe y eso es lo que hago,
es la única maldita cosa que sé hacer bien y sin titubear,
sin importar que se me rasgue la piel,
estoy harto de que el mundo esté mal
y de no hacer nada al respecto,
Da Vinci dijo una vez:
“Quién no castiga el mal, ordena que se haga”
El poder es una espada endiabladamente filosa,
es tan sencillo convertir la justicia en atrocidad,
convertirme en un instrumento de justicia,
o en uno de atrocidad;
todo queda en mi corazón de aquí en adelante.

Lo que he hecho mal se puede corregir,
pero no voy a olvidar lo que sentí;
suelto este peso de mi espalda
porque la vida da pequeñas cosas,
casi milagros,
a veces no te deja dormir,
otros días le mete la mano a tu comida,
algunos más le arranca una tecla a una lap,
creo que de eso se trataba al final.

El retorno de los caballeros,
el retorno de un Héroe
y el sol se cuela por la ventana con ese añejo naranja,
todo va a estar bien.

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