Pulso
El cursor me mira en su paso desesperante, casi escuchar un zapato golpeando al piso como una artimaña más para desesperarme, y no lo logrará.
Este es un acto que disfruto enormemente, es una reconciliación con aquellas letras que no me deterioran al paso del tiempo, es un encuentro con esas líneas que deje atrás un día que me obscurecí.
Las ramas del árbol de afuera se contonean como tus caderas en el cenit de mi gloria, el sol camina profundo a la noche y ah, mi luna, tu luna, ahí está. El cursor sigue con su paso flagelante, me exige más, me exige un tributo por tenerlo ahí.
Si cierro los ojos y pongo atención escucho mi corazón, a los hombres se les conoce por el ritmo de su corazón, se sabe cuando mienten, se sabe cuando tienen miedo, se entienden sus desfiguros en el ritmo al perder mió está en paz, tun, tun.. tun, tun.. tun, tun. Ya no le temo a nada, le deje de tener miedo al futuro cuando lo vi a los ojos. Mi mano ya no tiembla al escribir, mi voz no se corta al decir te amo y puedo levantar mi mano y señalar a mis enemigos. Coldplay canta The Scientist, con esa melancólica voz que satisface mis más melancólicos instantes.
El cursor sigue, la impresora hace su ruidito simbólico, una hoja cae, y las espirales del café bailan al cielo como si supieran ballet, ahora el cielo es un lienzo de un surrealismo que haría enchinar los bigotes de Dalí, de rojo a negro perfecto en cada pincelada y de pronto abres y cierras los ojos y ya es penumbra.
Pulso, el mundo tiene su pulso, hoy lo puedo sentir, puedo escucharlo, puedo escuchar latir tu corazón a través de los acordes de Arjona, escucho tu respiración y hasta sé de tu aburrimiento… sigo creyendo que puedes con todo.
El corazón del mundo late, nos dice de sus tiempos, de sus momentos y catastróficamente pone todo en su lugar, para mal o para bien.
Yo ya puedo escribir de nuevo sin querer romper el teclado con la cabeza, es un avance, ya luego veré que puedo hacer con eso de los finales felices.