Ir al contenido principal

Entradas

Reminiscencias

Nadie tiene más derecho de odiarte que yo, nadie sobre esta tierra te puede detestar como yo, nadie hasta el fin del mundo te maldice como yo… Te quisiera fuera de este mundo, apagada, muerta, extinguida que yo supiera que estás callada en las tardes de otoño e inmóvil en las mañanas de invierno, no te quiero en este mundo conmigo y no me voy a ir, eso está decidido. Te deseo que te pudras en mi olvido, que te quemen las llamas del infierno y es que ahí es donde debes de terminar por lo que has hecho en contra del amor. Te maldigo, con todo el derecho que tengo, con toda el alma, ¡Te maldigo! Un día de otoño despertarás y tu belleza estará marchita, bajos tus ojos de cielo estarán mis ojeras ganadas desvelándome por ti; tu mirada no tendrá brillo, porque tu alma no podrá engañar a tus ojos, será simplemente tu mirada sin más; tus manos estarán ásperas, tus dedos cansados y nadie estará ahí para tomarla; un día en una mañana de otoño dejarás de ser lo que yo amaba y serás lo que esconde

La Adversidad confronta a los Hombres consigo mismos

Quiero tomar esa aventura, fuera de lugar, es una cuestión personal donde me ganaré el derecho a estar de pie, de nuevo, más allá del oxido que me cubre sin remordimientos. No necesito nada mejor que lo que tengo porque es mío, es acerca de otra cosa, de vagar por el mundo solo. Me quiero detener, antes de caer en ese gran agujero que cave y sé que alguien se siente como yo solía sentirme. No necesito nada más, aunque suene confuso, no le diré a nadie, guardaré ese pequeño secreto que tenemos, que al final nos era agradable ese sabor a arsénico y ese sulfuro en la piel. No necesito nada mejor suena demasiado complejo no hablar de nadie, solías divertirme, ahora me aburres tú estado estático, tú intento absurdo de no madurar, de no cambiar ese pequeño espacio en el universo que crees tan tuyo y que puedo borrar con un soplido. Porque te perderé Si, te perderé; Yo solía ser un buen hombre eso decían de mi, ahora no estoy seguro.

El Verso Impecable

Voy a honrar mis promesas hechas sobre tu piel, las mismas que confabule entre tonterías y bajezas, entre poesías desesperadas y respuestas iracundas, no me digas, no me creas que al final de este día no sabes quien soy, un día te escribí un Verso Impecable. Ya sea siendo tu poeta y tu mi musa; ya sea siendo tu héroe y tu mi damisela en peligro; ya sea siendo tu red y tu la trapecista; ya sea siendo tu mecenas y tu la artista; ya sea siendo tu hombre y tu mi mujer; ya sea siendo tu fuga y tu mi realidad. Aquí estamos de nuevo y al final, con tantas promesas rotas, con la piel resquebrajada, con los ojos cansados, con la historia incierta de cada ocaso, con el deseo absurdo de esa historia que yo arme contigo en el papel principal, lo creí con fervor religioso, tanto que un día, así como hoy te escribí un Verso Impecable en la piel. No le he tenido miedo a nada, te consta, te consta que fui al fin del mundo, te consta que desafíe a la muerte, te consta que me bebí cada copa de tinto, qu

"voy a dar de cenar"

Así es como se parte una alegoría de sueños rotos, unas ganas que no causan sino canas y una que otra rabieta para no aburrir, para no parecer. “voy a dar de cenar” es la voz de la razón cortando las alas del corazón, es un silencio obligado que da sazón a una mesa de mentiras a una niña jugando a la casita. “voy a dar de cenar” ¿Qué no te sabe un poco amarga la epístola? ¿No te sabe la sopa como si fuera Maruchan? ¿No sientes la vacuidad en los chícharos? De tener un espíritu que prometía grandes viajes a las fronteras de lo incierto, a donde nadie había estado antes; de sabores inciertos; de amores profesados; de letras arbitrarias, de rimas infieles, de versos promiscuos. Una musa es un amor confesado pero inconfesable, es la partitura del deseo repleta de silencios, repleta de bemoles, atestada de muletillas. Es una promesa que esta, que es, que podría ser, y he ahí donde reside su magia en las posibilidades infinitas que nos fueron conferidas con esa estupidez de Dios que algunos

9.1

Tienes idea de cuántas velas encendí en tu nombre; tienes idea de cuántas noches estuve en vigilia esperando, ansiando, sosteniendo, creyendo, desvencijado, perdido. Tienes idea de cuántas veces guarde tu teléfono esperando ver tu nombre en una pantallita; a cuántas historias les di vida y muerte después. A casi una década te recuerdo con maldad, maldad más que amor, más vendetta que romance. Te recuerdo porque tu no me recuerdas, eso es todo, deseo tus huesos hechos polvo al amanecer, deseo tus pupilas secas de tanto llorar, deseo que te pudras por dentro y que apestes más que los mares de Dagon. Muérete en tu propio desagradecimiento, piérdete en tu desconocimiento de mi, y deja de existir en mi.

Tonterias Remix

A veces es el frío, a veces es el café, a veces una canción que dice más de lo que todos escuchan, a veces es un cielo nublado, a veces reminiscencias de una "posible" historia que se llevo el marasmo del tiempo, a veces la sensación feroz de otros días. Hoy, recuerdo... Un día que escribí algo así  Invoco a las letras,  los versos la locura del mundo  esa que me hace posible existir... Mira, el sol se desangra se pierde en el horizonte,  el sol muere poco a poco es constante su agonía,  escucha bien podrás sentir su alarido.  La emperatriz de la noche toma su trono  jaque al rey,  luz en tu piel mas tersa que de costumbre. Escucha,  las criaturas de la noche salen de sus refugios,  cazadores furtivos depredando, reconociendo su lugar en el mundo, se excitan con la amarga fragancia de la noche,  si pones atención sentirás el primer orgasmo de la noche. la obscuridad nos abraza como la primera vez. La luna nos observa celosa en atención,  resignada a un amor que hizo y pudo so

No Recuerdo

No Recuerdo No la recuerdo cada día... la tengo escondida bajo mis cicatrices, la tengo enjaulada en el óxido de mi vida, en lo tóxico de mis desplantes, la tengo en una caja de silencio a la que se le doblan los barrotes. No la recuerdo cada día, hasta que tomo el primer café y ese amargo me sabe a su ausencia, hasta que me encuentro la caja de Amelie sobre el DVD y recuerdo sus malos días, hasta que tengo que escribir una nota y al tener la pluma en mi mano recuerdo que no puedo sino escribir de lo que me duele y me lastimo, y había días en los que escribía de la mosca que pasaba sin tener que inyectarme navajas en las venas. No la recuerdo cada día, ni porque este en 1,000 canciones del Ipod, ni porque no tengo la fuerza para darle suprimir a sus fotos, ni porque la tengo en el celular con otro nombre... ¡Ja! Como si fuera hablar algún día, si el infierno se ha de congelar y el mundo se ha de terminar solamente en ese día puede que quisiera contestar algo más que silencio. No la re