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Mostrando las entradas de abril, 2009

El Verso Impecable

Voy a honrar mis promesas hechas sobre tu piel, las mismas que confabule entre tonterías y bajezas, entre poesías desesperadas y respuestas iracundas, no me digas, no me creas que al final de este día no sabes quien soy, un día te escribí un Verso Impecable. Ya sea siendo tu poeta y tu mi musa; ya sea siendo tu héroe y tu mi damisela en peligro; ya sea siendo tu red y tu la trapecista; ya sea siendo tu mecenas y tu la artista; ya sea siendo tu hombre y tu mi mujer; ya sea siendo tu fuga y tu mi realidad. Aquí estamos de nuevo y al final, con tantas promesas rotas, con la piel resquebrajada, con los ojos cansados, con la historia incierta de cada ocaso, con el deseo absurdo de esa historia que yo arme contigo en el papel principal, lo creí con fervor religioso, tanto que un día, así como hoy te escribí un Verso Impecable en la piel. No le he tenido miedo a nada, te consta, te consta que fui al fin del mundo, te consta que desafíe a la muerte, te consta que me bebí cada copa de tinto, qu

"voy a dar de cenar"

Así es como se parte una alegoría de sueños rotos, unas ganas que no causan sino canas y una que otra rabieta para no aburrir, para no parecer. “voy a dar de cenar” es la voz de la razón cortando las alas del corazón, es un silencio obligado que da sazón a una mesa de mentiras a una niña jugando a la casita. “voy a dar de cenar” ¿Qué no te sabe un poco amarga la epístola? ¿No te sabe la sopa como si fuera Maruchan? ¿No sientes la vacuidad en los chícharos? De tener un espíritu que prometía grandes viajes a las fronteras de lo incierto, a donde nadie había estado antes; de sabores inciertos; de amores profesados; de letras arbitrarias, de rimas infieles, de versos promiscuos. Una musa es un amor confesado pero inconfesable, es la partitura del deseo repleta de silencios, repleta de bemoles, atestada de muletillas. Es una promesa que esta, que es, que podría ser, y he ahí donde reside su magia en las posibilidades infinitas que nos fueron conferidas con esa estupidez de Dios que algunos